Decenas de bombonas de propano que frustran la consolidación de la verdadera pista de hielo de la ciudad de Barcelona. Se consumen sin calentar ni a animales ni a voluntarios. Techos de baños que amenazan con caer sin avisar, o avisando sin ser atendidos. Abrevaderos con verdín que hacen las delicias de los estudiantes de microbiología y unos comederos gemelos que permiten la fermentación de los restos de pienso de calidad mejorable. Techos que discurren en paralelo sin encontrarse dejando una desgraciada rendija para el frío y la lluvia, los dos grandes azotes climatológicos de los perros en Collserola. Metales degradados que son testigos de la dureza atmosférica y del poco acierto de las medidas para compensarlas.
Son cientos los desmanes de gestión, técnicos y de administración que no justifican el millón largo de Euros que el País publicó como presupuesto anual del CAAC. No se entiende que tanto de tan poco y eso a todo ciudadano debería preocuparle.