viernes, 6 de enero de 2012

QUERIDOS REYES MAGOS

Querido Rey Melchor,
yo quisiera estar en condiciones de pedirte lo mismo que te piden todos: regalos, juguetes, golosinas... y, como dicen ellos: salud, amor y dinero.
Mi salud se debilita poco a poco tras estas rejas metálicas. El amor lo perdí hace unos años, el día en que alguien me dejó bien atadito a un árbol y arrancó luego el coche para perderse en el horizonte y olvidarse de mí para siempre.
Aquí en mi jaula tampoco tengo juguetes ni regalos. Alguien me dio un día una pelota, pero ya no sé dónde está.
Tráeme, por favor, algún juguete para distraerme, uno que me sirva para aplacar un poco mi soledad.

Querido Rey Gaspar,
en esta noche mágica te pediré un lugar donde pueda vivir tranquilo, donde no llegue la lluvia y no me traspase el frío. Un lugar donde el invierno no hiele mis esperanzas, un lugar donde pueda volver a sentir que estoy vivo.
Aquí se me entumece el cuerpo, y por las noches a veces ya no siento mis patas.
Y sueño a veces que se me cumple un deseo. Y cuando despierto a mitad de la noche, mi deseo empieza a enfriarse hasta la madrugada. Se enfría, se enfría... hasta quedar helado cuando llega el alba.
Tráeme, querido Gaspar, una manta mullidita y seca para calmar el frío y el dolor que siento en los huesos.

Queridísimo Baltasar, mi última esperanza,
quizá te voy a pedir un imposible, pero me dicen todos que tú eres mago y que para tí todo es posible.
Tráeme, te lo ruego, un dueño amable y tranquilo, que me quiera y me cuide, uno que haga un poco de espacio para mí en su hogar y en su corazón, que yo no le voy a molestar. Prometo portarme para este año que empieza como el mejor de los perros, el más cariñoso, el más fiel.
Tráeme, te lo ruego, un pedacito de amor.

Saixa.