jueves, 5 de noviembre de 2009

Mucha reja, poca seguridad

La seguridad es un punto débil del CAAC. La falta de personal, y de ganas e ilusión del mismo, hace que se roben perros. Personajes a los que un juez les ha requisado el perro, por lo que sea, acceden libremente a las instalaciones buscando la recuperación ilegal del mismo. Y no encuentran trabas. En alguna ocasión se requiere, indebidamente, a un voluntario que acompañe a unos individuos que no tienen intención ni de respetar la ley, ni de entenderla. Es absolutamente injustificable poner a un voluntario en la tesitura de mutar sus funciones por la de guardia de seguridad. Dejar de pasear perros (con la escasez de paseadores que se padece) para vigilar, y eventualmente frenar, recuperadores irregulares de perros es inapropiado. Eso como mínimo pone incómodos y/o en peligro a los voluntarios. Los cuidadores tampoco parecen muy contentos con esa labor, pero al menos no lo "endiñan" a los que ceden su tiempo y fuerzas a los peludos. También es cierto que el voluntario no cuenta con información sobre qué, cuándo, cómo y sobre todo por qué ese perro ha sido retirado a su dueño por orden judicial, así que es más lógico que el trabajador trate, siempre que no se exponga a recibir un daño, de atender al requisador de turno.Que no se pueda cumplir con una labor encomendada judicialmente debería poner en guardia los mismos que dictan una medidas. Pero parece que todo el mundo mira a otro lado cuando se habla de protección animal. El consuelo que queda cuando uno se entera, normalmente por casualidad, de la desaparición de los "perros-flauta" es que frente a una realidad desagradable como el CAAC pueden tener otra diferente que con toda el alma deseamos que sea buena. Lástima que no se hagan bien las cosas y se pueda tener una certeza. A veces las cosas son tan inútiles como el cerrojo bailarín de algunas de las jaulas y es que uno funcional debe costar millones de euros...

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