sábado, 19 de septiembre de 2009

El personal en General



Entendemos que las lamentables circunstancias laborales puede generar una dinámica desesperanzada y hostil que redunda en la mala atención y el incumplimiento de funciones (clara y utópicamente definidas en los protocolos de acceso público). Si bien, como es lógico existen excepciones, y con pequeños gestos algún profesional (cuidador, auxiliar veterinaria,...) ha podido dar muestras de conocimiento y preocupación efectiva sobre los perros, en general la impresión es de disgusto e impotencia.
Muchas de las iniciativas planteadas para la mejora de la calidad de atención de los residentes han sido boicoteadas por los trabajadores que han interpretado la asistencia a las necesidades de los animales como un molesto e indeseable incremento de trabajo. La coordinación para que se limpien las jaulas cuando los animales estén paseando, la asignación de un nombre a cada animal y la creación de un rótulo correspondiente, el mantenimiento de mantas o colchonetas donadas para la comodidad de los perros, la facilitación de la labor de los voluntarios o evitar que los perros se mojen o se sientan acorralados por el agua a presión, son tareas, que en éstas condiciones, se les antojan imposibles.
Las mangueras o los trámites administrativos están por encima de los animales. Una selección de personal más adecuada, una dotación mayor de medios y la creación de estrategias motivadoras y evaluadoras idóneas se hacen necesarias. La asignación de personas sancionadas judicialmente a ejercer trabajos para la comunidad tal vez no es una vía oportuna para reforzar la escuálida plantilla.( http://www.20minutos.es/noticia/30177/0/) El factor vocacional y la profesionalidad además de unas inspecciones efectivas podrían marcar la diferencia. Así tampoco nos parece muy legítima la práctica de promocionar la adopción por parte de otros Refugios o protectoras para “edulcorar” los números (http://www.20minutos.es/noticia/164922/0/perrera/animal/adoptado/)

Existe una persona en concreto que es responsable de mojar a los animales cotidianamente y de aterrorizarlos con la manguera. Saber de sus métodos da razonable expliación del pánico que algunso ex-reclusos de la perrera sienten por le agua sea fuentes, mangueras o chorros de aspersor.

El poco cuidado, y la ausencia de sensibilidad hacia sus retenidos, le desautoriza para llamarse cuidador. No vamos a publicar su nombre con intención de evitarle la vergüenza pública y de que rectifique de inmediato (recordamos a las autoridades que ésto no afectaría al presupuesto).

Es oportuno agraceder también a esos profesionales que cotidianamente se abstraen de las duras condiciones dadas y no abandonan sus funciones ni pasan el rato charlando y fumando si no que cuidan de los animales. Reconocer que algunos atienden a los animales con la higiene de las jaulas, la alimentación, el seguimiento y la atención veterinaria. En algún momento se les puede escapar una caricia afectuosa tan reclamada por algunos de ellos. Gracias a los que lo hacen bien, y a los que hacen algo bien. Vosotros también mereceis que las mascotas acogidas sean más felices.

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